13 de julio de 2025

MARRUECOS : LA SUAVE BRISA DE ESSAOUIRA

 

Essaouira es una ciudad costera del Atlántico con una población de unos 80.000 habitantes y ha sido testigo de una rica historia, que se refleja en su arquitectura y cultura. 




Nunca pensé que en pleno verano pudiéramos pasar unos días tan agradables en Essaouira con la refrescante temperatura del atardecer.



Además, es bien conocida por ser un lugar de intercambio comercial y cultural, lo que ha creado una atmósfera vibrante y cosmopolita.




Viajé unos días con mi hermana Nuria a esta exótica y vibrante ciudad. Había mucho por explorar y dormimos en un sencillo Riad (casa tradicional) entrando por la puerta de Marraquech.



Su medina es Patrimonio de la Humanidad, una de las más impresionantes del país. 



Tenía una arquitectura única, casas tradicionales en su mayoría blancas con portones azules y una gran cantidad de tiendas de artesanía que invitaba a perderse por sus calles. 




Además los olores que provenían de las frutas, especias, té y comida te embriagaban los sentidos.




Pero, a pesar de ser una ciudad turística, Essaouira todavía mantiene su encanto y autenticidad. No teníamos la sensación de agobio como en otras ciudades de Marruecos. 



Se podía disfrutar de la relajada atmósfera de la ciudad, alejada del ajetreo y el bullicio de las grandes urbes, parándonos a charlar con sus habitantes y artesanos. 



En la antigua judería visitamos un taller de instrumentos musicales y diversas tiendas artesanales.




El arte se reflejaba en la fusión cultural que ha tenido lugar en la región a lo largo de los siglos. 




Asistimos a un concierto de música que duró casi dos horas con bailes cantos e incluyendo piruetas. 




Se realizaba en el Centro Cultural donde se llenó de pleno. La mayoría eran turistas franceses. Pudimos saludar a los músicos y hacernos una foto con ellos.



Además, la ciudad es conocida por ser un paraíso para los amantes del windsurf y del kitesurf, gracias a los fuertes vientos que soplan en la costa.



 

La cercana isla rocosa de Mogador, cuenta con una reserva natural protegida y desde el puerto se podían ver las islas Púrpura junto a la bahía. 




Hacían una bonita estampa con los restos de la antigua fábrica que los fenicios colonizaron y utilizaron para extraer el color púrpura. 




El fuerte con los cañones apuntando al Océano Atlántico era espectacular. Se construyó cuando la ocupación portuguesa.



Essaouira es también conocida por su rica y variada artesanía, que refleja la fusión cultural que ha tenido lugar en la región a lo largo de los siglos. 




Los ‘souiri’, como se conoce a los habitantes de la ciudad, son verdaderos maestros en la orfebrería, marquetería y ebanistería, destacando especialmente por su trabajo en madera de ‘thuya’. 



Muchos comerciantes eran beduinos y bereberes que nos agasajaron con su buen hacer invitándonos a entrar en sus pequeñas tiendas. 



Además, la ciudad es famosa por otros tesoros como el aceite de argán, que se extrae de los árboles de argán que crecen en la región.




La pesca es una actividad importante gracias a su puerto pesquero y sus astilleros artesanales, únicos en el mundo. Las gaviotas revoloteaban alrededor del puerto para intentar llevarse algún pescado.




Habían puestos de erizos, ostras y otros moluscos, además de diferentes pescados. También unas brasas y mesas con sillas para degustar el pescado.




El último día compramos gambas y sardinas a los pescadores del puerto y nos lo cocinaron alli mismo. 



Comimos a gusto por un precio irrisorio y disfrutamos del mar y el ambiente del puerto.



Para finalizar vimos la puesta de sol en una terraza que daba a la Sqala de la Kasbah, lugar ideal para dar por finalizado los días que habíamos pasado en Essaouira.



14 de junio de 2025

BOLIVIA: LA FIESTA DEL GRAN PODER EN LA PAZ

 

Acabábamos de llegar a la ciudad de La Paz y ésta nos recibió gratamente con la fiesta del Gran Poder. Es una fiesta religiosa que se celebra cada 14 de junio. 



Es una expresión cultural cada vez con más fuerza que se va apropiando de los espacios públicos como calles y avenidas inicialmente y ahora en cada barrio tienen su expresión folklórica.

 


En ellas también existe el sincretismo entre ritos aymaras mezclados con la religión católica.




Los espacios públicos pasaban a ser espacios privados de los protagonistas donde incluso se disponían sillas, mesas, espacios de baile, servicios de garzones (camareros) e incluso guardaespaldas. 




En la calle del Prado habían colocado chiringuitos de comida y venta de artículos varios. La gran ciudad nos daba la bienvenida a modo de desfile por las calles principales. 




Cogimos sitio en unas gradas que ya se encontraban abarrotadas de gente pagando un precio módico y nos sentamos para ver el espectáculo.




Las diversas fraternidades folclóricas ofrecieron un vasto repertorio del rico legado cultural con el que cuenta Bolivia. Era una de las fiestas más llamativas del país.




Los trajes impresionaban por sus bordados y llamativos colores. Habían sido confeccionados por las costureras que siendo devotas del Jesús del Gran Poder, año tras año se han ido superando en sus creaciones.




La fiesta es una representación de la diversidad de danzas que son ejecutadas bajo la promesa de bailar durante tres años como acto de agradecimiento al Jesús del Gran Poder. 



Las comparsas realizaban al unísono los pasos de baile y al fondo, los fuegos artificiales iluminaban la nieve de la montaña Illimani, de 6460 mts. s.n.m.    



Cuando ya anochecía el ambiente se iba calentando con las bandas de música y la gente animada por el alcohol, hizo que la fiesta se convirtiera en un carnaval.